Como todos sabemos, las viejas no suelen ser destructoras de cuadros.
Bueno, al fin y al cabo, las viejas inteligentes.
Pero no las viejas idiotas.
Bueno, al fin y al cabo, las viejas inteligentes.
Pero no las viejas idiotas.
Esta es la historia de una vieja idiota que rompió un cuadro en un desesperado acto de amor.
Es una vieja idiota, porque por ese amor, ella pagó. Y hay que ser bien idiota para creer que el amor se puede comprar.
Convengamos, pues, que la protagonista de nuestra historia (una vieja idiota que rompió un cuadro), se compró un amor.
La vieja idiota que rompió el cuadro se compró un amor, porque consiguió el dinero casándose con (evidentemente) otro idiota que tenía mucho dinero. No se sabe si el idiota murió, y la vieja idiota heredó el dinero. El dinero que la vieja idiota usó para comprarse un amor.
Nuestra historia, pues, comienza, el día que la vieja idiota que compró amor, se enteró de que el amor que compró tuvo un amor que no compró.
Ese día, la vieja idiota que compró amor, se volvió loca.
Entonces la vieja idiota que compró amor, rompió el cuadro que su amor tenía del amor que no se compró.
Anna Donner Rybak © 2011
Es una vieja idiota, porque por ese amor, ella pagó. Y hay que ser bien idiota para creer que el amor se puede comprar.
Convengamos, pues, que la protagonista de nuestra historia (una vieja idiota que rompió un cuadro), se compró un amor.
La vieja idiota que rompió el cuadro se compró un amor, porque consiguió el dinero casándose con (evidentemente) otro idiota que tenía mucho dinero. No se sabe si el idiota murió, y la vieja idiota heredó el dinero. El dinero que la vieja idiota usó para comprarse un amor.
Nuestra historia, pues, comienza, el día que la vieja idiota que compró amor, se enteró de que el amor que compró tuvo un amor que no compró.
Ese día, la vieja idiota que compró amor, se volvió loca.
Entonces la vieja idiota que compró amor, rompió el cuadro que su amor tenía del amor que no se compró.
Anna Donner Rybak © 2011
ME ENCANTÓ....
ResponderEliminarComo decía el slogan de aquella tarjeta de crédito:
"Hay cosas que el dinero no puede comprar..."