Se viene nos fin de año, uno está cansado, y con ganas de aflojar. Por lo tanto, hoy no te hablaré ni de política, ni de filosofía, ni de religiones, dejemos esto para cuando termine la “Siesta Uruguaya”, el último domingo de la Semana de Turismo, cuando el último ciclista cruce la meta.
Tiempos estivales se avecinan, vacaciones, playa, sol, salidas…
¿No te gustaría obtener un buen compañero de aventuras (¿ por no decir pareja, novio, amante, amigovio, amigo con derecho a roce, etc?)
En fin… alguien que te arrime la ropa al cuerpo.
En la búsqueda del milagroso hallazgo se encuentran en este momento millones de almas, pero estas búsquedas desafortunadamente no siempre arrojan resultados fructíferos.
Dicen que el que busca… encuentra. Pero: ¿Encuentra, qué? ¿Algo digno de su satisfacción? ¿O algo digno de pena?
Estimada amiga, si tú te encuentras en este momento en la Misión quasi imposible de hallar tu alma gemela, en este tópic encontrarás todo lo que necesitas para que ¡tu misión sea exitosa y no fracases en el primer intento!
No te diremos qué debes hacer, sino todo lo contrario.
¡Te diremos qué no debes hacer!
A todos nos gusta ser conquistados, alabados, deseados, amados. ¿Porqué algunos lo logran y otros ni por todo el oro del mundo? En esa nefasta lista, se encuentra nuestro amigo del tópic anterior, sí, lo recuerdas: Xavier Vergara. ¿Verdad que no quieres correr tamaña suerte?
Por lo tanto, a continuación te presentamos una lista de cosas que jamás debes hacer, si quiers que la misión sea exitosa.
Eres una chica mona, te dices ese sábado, mirándote al espejo mientras te maquillas para salir “de cacería”. Irás a ese boliche tan de onda que te recomendaron con tus amigas. Te duchas, te pones un conjunto de lencería de encaje, por si acaso, algo se presenta en la noche: Color negro, bombacha, corpiño y portaligas, y luego, un vestidito strapless, color verde meloncito, y te calzas un par de sandalias plateadas con plataforma escondida. Te maquillas los labios de rojo sangre, te delineas los ojos de negro, te pones rouge en abundancia. Tienes el cabello largo, con claritos, y un flamante brushing que te hizo tu peluquero de confianza. Pues, estás lista.
Ya en el lugar en que desarrollará la acción, divisas tu objetivo. Un bombonazo, alto, rudo, con mirada seductora. Apuntas toda tu artillería. Te pones en pose, y le lanzas una mirada fulminante. Supongamos, tu objetivo, comprendió la indirecta bien directa. Se aproxima hacia ti, y comienza a bailar a tu lado. Tú le guiñas un ojo, y obviamente, te pregunta tu nombre. Tú no cabes en ti de la alegría, lo miras como para comértelo crudo y le preguntas el suyo. A continuación se desarrolla una conversación frívola, se cuentan cosas importantes como la edad, hablan del terrible humo que hay en el lugar, y así, como quien no quiere la cosa, él, luego de compartir algunos movidos y apreciar el grácil contoneo de tus caderas, te invita al exterior a tomar un poco de aire, y obviamente, tú, asientes.
La brisa se hace sentir, por lo cual tu novel amigo te propone ir hacia un lugar más calentito. Tú asientes de inmediato; lo invitas a tu casa.
Una vez en el “ring”, (él un tanto apabullado, confesemos), tú comienzas a quitarte lentamente tu vestido verde meloncito, nunca dejando de contonear tus caderas. Te levantas, pues, la falda, y arrojas una sandalia y luego la otra.
Sucede lo que tiene que suceder. El bombón aprecia tu conjunto de lencería, y te lo quita de inmediato. Tú le desabotonas su camisa, le quitas el bóxer y, pasan unas dos horas en un éxtasis brutal.
Luego de descansar unos quince minutos, el bombón comienza a vestirse.
-¿Ya te vas? ¿No quieres quedarte a dormir y desayunamos juntos?-
-Me encantaría, pero mañana te llamo, ¿tá?-
A continuación, intercambian celulares, él te da un beso breve en la mejilla, y se va.
Tú no cabes en ti de gozo, no esperas ni un segundo para comunicarte con todas tus amigas, diciéndoles que conociste al hombre de tu vida. Hablas durante tres horas con cada una de ellas.
Te duermes embriagada, no puedes dejar de pensar en que se te ha dado, proyectas todo el verano a su lado, quizá esta semana podrías ir a su casa y prepararle una cena romántica, la próxima quizá le hablarías a tus papás que tienes novio, y la siguiente quizá le sugieras de conocer a los suyos.
¡Qué futuro prometedor!
Despiertas a las 9 A.M. y chequeas tu celular. Te dices: - “Aún estás durmiendo, cosa divina…”.
Verificas a las 10, 11, 12. ¡Quizá puedan almorzar juntos! Mujer prevenida vale por dos. Te duchas, te vistes, segura de que tu teléfono sonará en cualquier momento.
La 1, las 2. ¿Y si lo llamas tú? ¿Total? Llena de entusiasmo, discas su número.
“Te comunicaste con el celular de X. En este momento no puedo atenderte, deja tu mensaje…”
Piensas con inocencia que quizá esté dormido, así que te esmeras y le dices: “Mi amor, había pensado que podríamos almorzar juntos, llámame en cuanto te despiertes. Ya te extraño”.
Las 3, las 4, las 5.
Insistes. Nuevamente el contestador. No dejas mensaje. Entonces te dices que quizá olvidó su celular y le dejas un S.M.S. “Mi amor, evidentemente tu celular y tú no están juntos, llámame, te extraño”.
Domingo.
Lunes.
Martes.
¡Nada!
¿Qué ha sucedido? ¿Por qué tienes tanta mala suerte? No comprendes, todo estaba bien.
(¿Bien?)
Volvamos a la noche del sábado.
El bombón reaparece en el boliche alrededor de la madrugada.
Sus amigos festejan:
- “¡Campeón!”
-“¡Si estaba regalada como perejil de feria!”
Anna Donner © 2009
Genial Anna, continúo pensando que lo que salva la plata son tus hermosos ojos. J.AGUSTONI
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